Una posta. Un oasis en el medio del camino. Ríos y cañadas bailan zigzageantes por un valle fértil y templado. Al oeste, las sierras chicas por delante y las grandes, detrás.Ricos en minerales, los valles de Córdoba han sido tierras fértiles para la producción material e intelectual.
Desde sus inicios, Córdoba fue una posta entre Lima, Perú, y Buenos Aires, Argentina. La fertilidad natural y climática, creó de dicha posta del camino real, una metrópolis mediterránea. Un territorio próspero y federal, donde sus maravillas naturales son escenarios de encuentro y fusión de diversas culturas que eligen Córdoba por motivos laborales, educativos, sanitarios u ociosos.Siendo la capital del interior, o mínimamente la capital del norte argentino, Córdoba cuenta con una densidad demográfica de 2.000.000 de habitantes, siendo asimismo, la ciudad más extensa del país.
Alberdi, residencia para investigadores y creativos, es una usina productiva. Una fábrica intelectual. Una torre, un observatorio. Un faro en un skyline ondulante, tumultuoso y accidentado. Un nuevo hito, en un yacimiento cultural prehistórico de la sociedad cordobesa. Una metrópolis originaria, donde aborígenes comechingones, sanabirones, pampas y ranqueles, devinieron siglos después, en la primer descendencia europea universitaria de Argentina. “ El primer territorio libre de América ”. Cuna de la primer reforma universitaria latinoamericana, y territorio de revueltas populares rebeldes y libertarias. ” La pasión más grande de Córdoba “. ” El barrio más popular “.Instituciones deportivas, culturales, civiles, religiosas, enmarcan y definen tanto la cultura como la infraestructura urbana del barrio.Actualmente se comporta como una cápsula latinoamericana. Un recorte territorial donde comunidades argentinas, peruanas, paraguayas y bolivianas enfatizan la mixtura cultural tan dinámica, pujante como eterna de la República de Alberdi.